Es imposible comprender la guitarra flamenca actual o a intérpretes
como Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar sin volver la vista atrás y
recordar las fuentes de las que bebieron.
Muchos han sido los guitarristas que han ido enriqueciendo la forma de
acompañar el cante flamenco y el repertorio de variaciones o falsetas
(que son los solos que ejecuta el guitarrista entre los distintos
cuerpos o estrofas del cante); algunos de ellos desconocidos y otros
célebres como por ejemplo Paco el de Lucena o el maestro Patiño, aunque
de éstos no hay testimonios sonoros ya que vivieron durante el siglo
XIX, así que la historia conocida de la guitarra flamenca surge al mismo
tiempo en que nace la discografía, a principios del siglo XX.
El flamenco en todas sus variantes, cante, toque y baile es un arte de
tradición y transmisión, donde independientemente de las aptitudes
innatas ha sido característico de su aprendizaje la figura del
maestro-discípulo. En el caso de la guitarra flamenca se ha recogido la
herencia de las distintas escuelas a través de la relativamente corta
historia del flamenco comparado con otras músicas como por ejemplo la
música clásica.
Cuatro son los pilares que sustentan la guitarra flamenca del siglo XX,
Ramón Montoya, Manolo de Huelva, Niño Ricardo y Sabicas.
Ramón
Montoya Salazar, nacido en Madrid en 1879 murió en la misma ciudad en
1949, su especialidad eran los cantes libres que, junto al cantaor Don
Antonio Chacón con quien formó pareja artística durante muchos años
establecieron la forma en que aún hoy se siguen ejecutando por ejemplo
las Cartageneras o las Granaínas. Fue pionero en la introducción de
técnicas hasta entonces desconocidas para la guitarra flamenca, como el
cambio de afinación en la Sexta y Tercera cuerdas, que se pueden
observar en su pieza solista La Rondeña grabada en 1925. También fue uno de los primeros en introducir la guitarra de concierto y junto con su Leona, nombre que le daban los flamencos de la época a su guitarra, recorrió los escenarios de Europa y América.
La Leona de Ramón Montoya
Otro personaje fundamental fue Manolo de Huelva. Manuel Gómez Vélez
nació en Riotinto (Huelva) en 1892 y murió en Sevilla en 1976, fue un
gran maestro en el acompañamiento al cante el cual conocía muy bien y un
gran especialista en los cantes de compás. Tuvo una personalidad
compleja, lleno de manías y rarezas, fue muy reticente a tocar delante
de otros guitarristas por miedo a que le copiaran y también por ello
grabó muy poco, pero en el poco material que nos dejó se aprecia su
maestría, como por ejemplo en las grabaciones junto a los cantaores
Manuel Vallejo o Canalejas de Puerto Real.
El tercero de nuestros personajes es Manuel Serrapí Sánchez. Sevilla,
1904 - 1974, conocido artísticamente como Niño Ricardo. Él supone un
punto de inflexión entre la guitarra flamenca llamada clásica y la que
sería la guitarra flamenca moderna, desarrolla su aprendizaje
acompañando a todos los cantaores importantes de su época, que fueron
muchos. Debido a un problema que tenía en las uñas adapta su manera de
tocar creando una forma propia y afinando la guitarra un semitono por
debajo de la afinación habitual consigue un toque denominado por algunos
"arenisco" por el sonido que le imprimía en algunas de sus grabaciones,
que no está caracterizado por una técnica depurada pero sí por una
intuición y creación geniales. Desarrolla en la guitarra el llamado
toque por arriba o en "Mi" especialmente en los fandangos y en las
serranas, teniendo muchos seguidores la escuela de su toque como por
ejemplo Antonio Arenas, Félix de Utrera, Ramón de Algeciras o su hermano
Paco de Lucía en sus comienzos. Célebres son sus composiciones
musicales fuera del llamado cante jondo como por ejemplo El Emigrante de Juanito Valderrama, entre otras muchas.
La cuarta pata de nuestra mesa flamenca es Agustín Castellón Campos Sabicas,
nacido en Pamplona en 1912. Con 10 años se traslada a Madrid donde
desde muy joven comienza a codearse con el ambiente flamenco de la
época. Durante la guerra civil realiza una gira por Sudamérica junto a
Carmen Amaya y no regresaría hasta 1967. Fue característica de su toque
la limpieza en la ejecución y su técnica, realizó grabaciones con otros
guitarristas clásicos e incluso con músicos de Jazz. Se establecería en
Nueva York donde murió en el año 1990.
Muy extensa ha sido y es la lista de guitarristas que han desarrollado
el toque flamenco para disfrute de cuantos amamos este arte. Aunque
hemos querido sintetizar la guitarra flamenca en el siglo XX en estos
cuatro artistas no queremos terminar sin recordar a otros que por su
aportación, su manera personal o la extensa discografía que dejaron
grabada merecen nuestra atención.
El primero de ellos es Javier Molina Cundi, nacido en Jerez de la
Frontera (Cádiz) en 1868 y fallecido en la misma ciudad en 1956, célebre
fue la pareja artística que formó junto al cantaor Manuel Torre y sus
pocas grabaciones nos dejan constancia de su gusto y su oportunísimo
sabor flamenco, fue quien compuso el toque de Alegrías en “Sol”, tuvo
mucho que ver en lo que hoy es el toque de Bulerías de Jerez y fue muy
extenso en el toque por siguiriyas.
Otro gran artista a tener en cuenta es Pedro del Valle Pichardo,
artísticamente conocido como Perico el del Lunar, nacido en Jerez de la
Frontera (Cádiz) en 1894 desarrollando toda su carrera artística en
Madrid donde falleció en 1964. Artista habitual del colmao Villa Rosa
por los años 20, donde acompañó a grandes figuras de la época, entre
ellas a don Antonio Chacón. Gran conocedor del cante dirigió en 1954
para una casa de discos francesa, la primera Antología del Cante
flamenco junto a cantaores que acompañaba en el célebre Tablao Zambra
registrando para la posteridad cantes olvidados en ese momento como la
Liviana, la Romera y otros de corte más folclóricos como la Nana o los
Cantes de Trilla. Su toque personal y refinado creado a partir de la
escuela de Javier Molina lo sigue desarrollando con mucho acierto su
hijo Pedro del Valle Castro, Perico el del Lunar (hijo) nacido en Madrid
en 1940.
También queremos acordarnos de la figura de Melchor Jiménez Torres,
Melchor de Marchena, nacido en esta localidad Sevillana en 1907 y
fallecido en Madrid en 1980 fue un guitarrista por el que muchos
cantaores sentían predilección por su forma de acompañar, entre ellos
cantaores tan diferentes como Manolo Caracol o Antonio Mairena,
seguidores de su escuela son Antonio Carrión o su hijo Enrique de
Melchor.
Por último recordar la figura de Diego del Gastor, Diego Amaya Flores,
nacido en la población de Arriate, provincia de Málaga en 1908, se
trasladó con pocos años a la localidad de Morón de la Frontera donde
vivió hasta su muerte en 1973. No se prodigó mucho en actuaciones salvo
en fiestas y festivales en localidades cercanas, donde acompañó a su
cuñado Joselero de Morón, Fernanda y Bernarda de Utrera, Perrate,
Manolito de María, etc. Se da la circunstancia que tuvo muchos
admiradores estadounidenses debido quizás, a la cercanía de la base
militar americana de Morón. Su escuela es herencia de Paco el de Lucena,
con una inconfundible pulsación del pulgar sobre los bordones. De su
personal forma de tocar su más fiel seguidor es su sobrino Diego de
Morón; pero son muchos los seguidores de su escuela: Tomás de Utrera, el
californiano David Serva, Paco del Gastor y un innumerable séquito de
nuevos guitarristas.
Esperamos que este recorrido por la historia de la guitarra flamenca,
en el que nos hemos dejado a grandes intérpretes en el tintero, como la
saga de los Borrull, Juan Gandulla Habichuela, Manolo y Pepe de Badajoz,
Esteban de Sanlúcar, Luis Molina, Pepe Martínez, Paco Aguilera, Manolo
el Sevillano, Manolito Cepero, Antonio Pérez, Manolo Moreno, Salvador
Ballesteros, Paco el Barbero, Antonio Sol, Luis Yance, Curro de la
Geroma, Antonio Moreno, Juan Maya Marote, los Habichuela de Granada, los
Morao de Jerez, Manolo Brenes, Pedro Peña, Eduardo el de la Malena,
Parrilla de Jerez, Pedro Bacán y muchos más nos haga comprender como
todos ellos aportando su granito de arena algunos y otros dejando una
gran huella imborrable han contribuido a la evolución de la guitarra
flamenca.
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