4 de junio de 2011

Del folklore al flamenco (2ª Parte)

2 El Jabegote

  El Cante por Jabegotes o Cante de Marengos (que es como se denomina a la gente de la mar) es un cante flamenco de ritmo abandolao que aunque conserva el ritmo de 3x4 de los antiguos fandangos, por la acción del cantaor de alargar los tercios (o versos) pierde su característica de bailable.


    En esta primera grabación podemos escuchar la interpretación del Fandango de Frasquito Yerbabuena y Jabegotes y en la segunda unas Malagueñas, a cargo de mi buen amigo Gabriel Ruiz El Gravi, cantaor de Valenzuela (Córdoba) afincado en Madrid.

Fandango de Frasquito Yerbabuena y Jabegotes
Cante: El Gravi
Guitarra: José Luis Serrano


  Por jabegote se denomina a los marineros que tripulan la jábega, que es una embarcación con una eslora media de 6 metros y una manga de 1,80; el diseño de su proa y su poco calado la convierten en una embarcación muy rápida. Suele llevar 8 remeros, más un timonel con un remo guía, o espaílla, pues carece de timón y es gobernada por el patrón o mandaor.


El Copo. Grabado de Virgilio Galán, 1971. Expuesto en el Museo de la Peña Flamenca Juan Breva.


  Hoy en día existen diversas embarcaciones cuyos nombres no sólo están etimológicamente relacionados sino que tienen una historia común con la jábega; como son el xabec en Menorca, el sciabecco en el sur de Italia y el sambuk en el Mar Rojo.

  La Jábega parece tener un origen Fenicio, y herencia de su pasado es la extremidad de la proa donde se colocaba el espolón, una punta de bronce de diferentes perfiles que se utilizaba para destrozar los costados de los barcos adversarios.

  También es muy característico de estas embarcaciones la presencia de ojos pintados a ambos lados de la proa; esta costumbre procede de los antiguos Egipcios que según cuenta la leyenda pintaban los ojos de Osiris en sus veleros del Nilo como un talismán para proteger a los navegantes.

  Hasta los años 50 del pasado siglo en que fue prohibida esta modalidad de pesca existían muchas jábegas en las playas malagueñas, tantas que se adjudicaba a cada una de ellas una carta de la baraja, y antes de salir a faenar se barajaban, utilizando hasta dos barajas, para definir el orden de salida de las mismas ya que no podían salir todas a la vez.

  Actualmente sólo quedan en Málaga unas 8 o 10 embarcaciones y su uso a quedado relegado a su participación en regatas deportivas.

  El cante de Jabegotes tiene su origen en las playas de los barrios pesqueros malagueños del Palo y Pedregalejo y lo cantaban los marengos en la orilla mientras hacían tareas más tranquilas cómo coser y reparar las redes.

  Aunque tiene un origen popular el Jabegote se aleja de la definición de cante folklórico debido principalmente a que pierde su característica de bailable y a la dificultad de su ejecución, de hecho es un cante que desgraciadamente muy pocos cantaores llevan en su repertorio y sólo algunos lo utilizan como remate de la Malagueña.

  Si hay un nombre propio en la historia de este cante es sin duda Juan Ternero Rodríguez, más conocido como Niño de las Moras, nacido en la calle Olivar del barrio del Palo en 1886. Él mismo era marengo y tiraba el copo desde los ocho años hasta que cuatro años después, cuando contaba 12 años de edad los dueños de un tablao lo escucharon cantar en la playa y fue contratado al momento, empezando aquí su carrera como cantaor profesional de flamenco.

  Pero no siempre fueron buenos tiempos y Juan tuvo que recurrir a la venta ambulante de moras (de ahí su nombre) creando un pregón que cantaba para vender sus moras. Este tipo de vendedores ambulantes eran muy típicos en los barrios del Palo y Pedregalejo y eran denominados como cenacheros; quien sabe si los antiguos vendedores de pescado que iban por los cortijos hasta Charilla llevando su fandango no provenían de aquí.

Jábegas varadas en la playa del Palo (Málaga).


  Al Niño de las Moras se le atribuye la conservación y transmisión de este cante del que lo aprendieron los cantaores malagueños Cándido de Málaga y Antonio de Canillas pero no llegó a grabarlo y parece ser que la primera grabación del mismo fue a cargo del cantaor de Burriana (Castellón) Juanito Varea en 1952.

3 La Malagueña



Malagueñas de la Trini y de Baldomero Pacheco
Cante: El Gravi
Guitarra: José Luis Serrano

  Es mucha la relación que existe entre el folklore musical y el flamenco. Precisamente la primera persona que introduce en un texto en castellano la palabra Folklore es Antonio Machado y Alvarez (Santiago de Compostela 1848 - Sevilla, 1893), padre de los poetas Antonio y Manuel Machado y autor bajo el pseudónimo de Demófilo (en griego: amigo del pueblo) de Colección de Cantes Flamencos (Sevilla, 1881); al tiempo que publicaba en Sevilla las Bases del folklore español, con arreglo a las cuales debía crearse un centro para el estudio del folklore por cada una de las regiones españolas. Esta iniciativa caló en especial en Andalucía, Extremadura, Galicia y, sobre todo, en Cataluña, donde la Associació d’Excursions Catalana fundó en 1885 el folklore catalá.

  Demófilo consagró su vida a reivindicar el derecho del pueblo a ser considerado como un factor importante en la cultura y la civilización de la humanidad, convencido de que muchas de las manifestaciones de la cultura popular eran de idéntica o superior calidad a las de cultura minoritaria y erudita, sufriendo por ello la incomprensión y el olvido de quienes restaban importancia a este tipo de estudios.

  Muchos son los cantes que han pasado a formar parte del repertorio flamenco procedentes del folklore, algunos que cantaban los niños para divertirse como los cantes de bamba, también llamados cantes de columpio que dieron lugar a las Bamberas; otros como la Nana que solían cantar las madres o niñeras para dormir a los niños; otros relacionados con tareas o faenas como los cantes de Trilla, de Siega, Aceituneras, Temporeras o las Caleseras, que cantaban los mayorales o sus ayudantes en las diligencias pero que, desgraciadamente se han perdido y hoy sólo nos queda el nombre y otros de carácter ritual o de celebraciones como los Campanilleros o los Verdiales.

  La característica por la que un cante folklórico pasa a formar parte del acervo flamenco viene dada muchas veces por la acción de grandes cantaores de su época que aflamencan el mismo interpretándolo a su forma. Poniéndolo de moda entre otros cantaores tanto profesionales como aficionados que a partir de entonces lo interpretan. Véase el caso por ejemplo de Manuel Torre con los Campanilleros o Cayetano Muriel Niño de Cabra con los fandangos de Lucena.

  Antes de continuar quiero dejar claro que un cante por el hecho de evolucionar, en este caso del folklore popular al flamenco no significa que sea mejor ya que evolución no siempre es sinónimo de mejoría, sino que siguen caminos diferentes. Si que es verdad que los intérpretes que realizan esta adaptación suelen ser profesionales y grandes virtuosos dedicados por entero a su profesión mientras que los intérpretes del folklore popular normalmente sólo se dedican a tiempo parcial cuando hay alguna fiesta o celebración.

  Pero se da la circunstancia en los Verdiales, debido al carácter rural y valiente por así decirlo de sus voces se interpretan en el 5 º traste de la guitarra para coincidir con la afinación del violín del que sólo se usan las primeras cuerdas y esto en voz masculina y sin utilizar la voz en falsete es difícil de conseguir por la mayoría de cantaores flamencos que se ven obligados a bajar la afinación de la guitarra.


Retrato de Juan Breva, expuesto en el Museo de la Peña Flamenca Juan Breva


  Otro de estos cantaores importantes fue Antonio Ortega Escalona conocido para el arte flamenco como Juan Breva (Vélez Málaga 1844 - Málaga 1918). Tenía la habilidad de acompañarse a si mismo al cante, fue un cantaor de gran fama que llegó a actuar para el Rey Alfonso XII. Grabó en 1910 para la Casa Discográfica ZONOPHONE junto a la guitarra de Ramón Montoya cinco discos en pizarra que a pesar de que dicen no estaba en plenitud de sus facultades nos dan una idea de lo grande que fue.

  Y como tantos importantes artistas del flamenco, después de ganar tanto dinero (llegó a actuar hasta cuatro veces por noche en Madrid y se dice que cobraba su sueldo en monedas de oro) murió en la indigencia y casi ciego en la calle Canasteros de Málaga.

  Federico García Lorca escribió de él:

Juan Breva tenía
cuerpo de gigante
y voz de niña.
Nada como su trino.
Era la misma
pena cantando
detrás de una sonrisa.
Evoca los limonares
de Málaga la dormida,
y hay en su llanto dejos
de sal marina.
Como Homero cantó
ciego. Su voz tenía,
algo de mar sin luz
y naranja exprimida.


Guitarra que perteneció a Juan Breva, construida por Manuel de Soto y Solares en Sevilla 1870-1890, actualmente expuesta en el Museo de la Peña Flamenca Juan Breva.


  Él cantó los Verdiales que escuchó en su Vélez Málaga natal y los recreó con el nombre de Malagueñas (con ritmo) y Verdiales. Y es precisamente la localidad de Vélez Málaga, la considerada por muchos como la cuna del cante abandolao, cante de transición entre el fandango folklórico y la Malagueña. Debido a su privilegiada situación y a la riqueza de su vega, los arrieros de Vélez además de llevar frutas y productos agrícolas también llevaban su fandango hasta localidades del interior de Andalucía (he aquí otra vía o ruta de difusión de la música tradicional, tal y como hemos visto más arriba ocurría con los vendedores de pescado que iban por los cortijos). Muy conocida es la letra por soleá que dice:

Te tengo comparaíta
con el correo de Vélez
que en cayendo cuatro gotas
se le mojan los papeles

  Esta copla, que bien podría cantarse por fandangos pues cumple con la regla métrica de 4 versos octosílabos, está recogida en la Colección de Cantes Flamencos (Demófilo, 1881), aunque no parece que deje en muy buen lugar al servicio de correos de dicha localidad.

  Es en los primeros años de la 2º mitad del siglo XIX cuando se estima que nace la Malagueña tal y como la conocemos hoy en que la guitarra deja de estar supeditada al invariable compás ternario para tomar protagonismo y participar en un diálogo pregunta-respuesta con el cantaor que ralentiza e introduce en la melodía los melismas tan característicos del cante flamenco.

  También hay que destacar como característica de esta evolución desde el Verdial hasta la Malagueña la distinta idiosincrasia del sector social rural del Verdial frente al urbano de la Malagueña; el cante pasa del campo a la ciudad donde también cambia su carácter que pasa de ser un cante de fiesta, alegre, intrascendente a convertirse en algo trágico y de profundo sentimiento.

  Hay numerosos estilos de Malagueñas todos ellos personales debido a que toman el nombre de su creador como La Trini, Baldomero Pacheco, El Canario, El Perote, muchos de ellos de fuera de Málaga como La Peñaranda, Enrique el Mellizo, don Antonio Chacón o Francisco Lema Fosforito no así como los fandangos locales de ritmo abandolao que normalmente toman su nombre de la localidad donde se cantan.

  Numerosos son los estilos flamencos que aunque con alguna variación comparten el ciclo de acordes característicos de los Verdiales de Málaga:

  DO / FA / DO / SOL7 / DO / FA / MI.

  Entre ellos los cantes abandolaos que aun conservan el ritmo ternario de los Verdiales aunque más lento como son: Zángano, Rondeña, Jabegote, Jaberas, Verdial (interpretados sólo con guitarra) algún fandango local como el de Almería, Lucena o personal como por ejemplo el de Pérez de Guzmán o el de Frasquito Yerbabuena (Granada).

  Los que tienen ritmo característico distinto del llamado abandolao como el Taranto o el Fandango de Huelva.

  Y los que carecen de ritmo, también llamados ad libitum como la Malagueña, Granaína o el Fandango Natural y los llamados mineros como la Taranta, Cartagenera, Minera, Levantica, Murciana o Cante de Madrugá.

  Aunque algunos de éstos se tocan en otro tono en la guitarra como por ejemplo las Granaínas en Si o los cantes mineros en Fa#, comparten con distintas variaciones la estructura básica de acordes antes citados.

  Es muy difícil hoy en día escuchar un recital de flamenco, tanto de profesionales como aficionados dónde no se ejecute alguno de estos cantes.

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